Descripción

Es un árbol que puede alcanzar los 15-20 m de altura, de copa redondeada, amplia y globosa. La corteza es parda y muy agrietada, no tiene espinas y las ramas jóvenes son verdosas. Las hojas son caducas, alternas y compuestas por 3-10 hojuelas generalmente enfrentadas, además de otra final (imparipinnadas). Estas hojuelas miden 3-7 cm de largo por 2-3 cm de ancho y son ovadas, oblongas, agudas en la punta, con una pelosidad fina que a veces pasa desapercibida y el envésverde-azulado.

Las flores nacen en pleno verano en grupos muy numerosos de color crema —en ocasiones de tintes rosados—, su aroma es penetrante y agradable, atrae a numerosos insectos, sobre todo abejas, y se considera una buena planta melífera. Cuando se secan y caen, de vez en cuando dejan una alfombra amarillenta característica bajo su copa. Otra particularidad de sus flores es la presencia de todos sus estambres (parte masculina de la flor) libres, algo muy excepcional en las leguminosas. El fruto en legumbre es peculiar, porque es cilíndrico, de 3-7 cm de largo por 0,9-1,5 cm de ancho, y al madurar presenta unas estrangulaciones que constriñen a las semillas. Además, es indehiscente, es decir, que no se abre solo en la madurez. Así se diferencia también de las acacias verdaderas (gen. Acacia), la falsa acacia (Robinia pseudoacacia) o la acacia de tres espinas (Gleditsia triacanthos).

 

Ecología

Aguanta bien las bajas temperaturas, el calor del verano, la sequía y la influencia salina del mar. El suelo que necesita es mejor que sea profundo y que no se encharque prolongadamente; también le perjudica si está muy seco o muy compactado. Crece rápido, soporta bien la poda y la contaminación, rebrota fácilmente de la cepa, germina muy bien de semilla. Por el contrario, no es una especie muy longeva. En su área natural es una planta de bosques caducifolios, riberas y valles, pero como planta asilvestrada le cuesta más adaptarse a los cursos fluviales que a la acacia de tres espinas (Gleditsia triacanthos).

 

Distribución

Es originaria del centro, norte y noroeste de China, y de Corea; no así de Japón, a pesar de su nombre, si bien fue introducida desde muy antiguo y hoy aparece muy difundida en aquel país. A Europa la trajo el botánico francés Jussieu en el siglo XVIII, momento en el que pasó a España, aunque hasta el siglo XX no se empezó a cultivar masivamente. Ahora la encontramos frecuentemente como ornamental en numerosos parques, jardines y en alineaciones de calles sobre todo en la Península. Se ha convertido en una especie invasora en EEUU, Australia y Sudáfrica, y en la Península Ibérica ha pasado de estar naturalizada y aparecer en algunos puntos como subespontánea a figurar como invasora en algunas provincias del interior.